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jueves, 29 de septiembre de 2011

UNAM CONFIERE DOCTORADO HONORIS CAUSA A JOAN MANUEL SERRAT





Confiere la UNAM a Serrat doctorado Honoris Causa

Además del cantautor español, la máxima casa de estudios reconoció a diez personalidades más, entre ellas la escritora Margo Glantz, el arquitecto, Ricardo Legorreta, y el sociólogo y ex rector, Pablo González Casanova.

Ciudad de México • Para concluir los festejos por el centenario de la UNAM, la máxima casa de estudios del país confirió el grado de doctor Honoris Causa a once personalidades nacionales y extranjeras que han contribuido a las ciencias, las artes y la pedagogía de manera excepcional.

Entre los reconocidos está la escritora Margo Glantz, el arquitecto, Ricardo Legorreta; el sociólogo y ex rector de la UNAM, Pablo González Casanova; el astrónomo, Manuel Peimbert; el cantautor catalán Joan Manuel Serrat.

Durante la ceremonia realizada en el Palacio de Minería, se proyectó en video la semblanza de cada uno de los reconocidos.

Un momento importante en la biografía de Joan Manuel Serrat ocurrió en 1968 cuando fue designado representante de España en el Festival Eurovisión de Londres, pero anunció que de no cantar en catalán declinaría su participación, lo que fue considerado como el primer enfrentamiento con el franquismo.

"Es un día muy emotivo, me siento muy orgulloso de un reconocimiento de este tipo, sobre todo muy satisfecho del cariño con el que me envuelven, porque a fin de cuentos, todos estos premios se fundamentan no sólo en lo que uno ha podido hacer, sino con el cariño con el que los otros ven lo que uno ha hecho", declaró Serrat al término de la ceremonia.

Además de su extensa carrera discográfica, en la que destacan 38 discos grabados como solista, también está su activismo político en el que ha denunciado los regímenes dictatoriales y ha protestado contra la pena de muerte.

El cantautor ha recibido condecoraciones y premios como la Medalla de Caballero de la Legión de Honor de la República Francesa en 2007; la Medalla al Métrico Cultural, otorgada por el gobierno de Colombia en 1999 y ha sido conferido con el doctorado Honoris Causa por la Universidad Nacional del Comahue, de Argentina, de la Universidad Complutense de Madrid y la Universidad de Puebla, entre otras.

Durante la ceremonia, el rector de la UNAM, quien entregó las insignias de doctorado, aseguró que las once personalidades reconocidas han enarbolado las mejores causas y han contribuido para su avance.

Confiere la UNAM a Serrat doctorado Honoris Causa

Para concluir los festejos por el centenario de la UNAM, la máxima casa de estudios confirió el grado de doctor Honoris Causa a 11 personalidades nacionales y extranjeras que han contribuido a las ciencias, las artes y la pedagogía.

FUENTE.










viernes, 16 de septiembre de 2011

La ciencia debería investigar la “hijoputez”, asegura Marcelino Cereijido, Premio Nacional de Ciencias






No hay nada que la ciencia no explique: Cereijido


México, DF.- De acuerdo con el doctor en Fisiología e investigador Marcelino Cereijido (Buenos Aires, 1933), “no hay nada en el mundo moderno que la ciencia y la tecnología no puedan explicar” y a partir de ese antecedente, escribió el reflexivo ensayo Hacia una teoría general sobre los hijos de puta.

No se trata, explica el autor del libro editado por el sello Tusquets en México, de un estudio sobre una presunta grosería o una forma simple de ofender, sino de un amplio y cabal ensayo sobre esos personajes, que existen desde el inicio de la revolución agraria en el mundo, que hacen el mal a propósito, o sin ton ni son.

Cereijido comenzó por advertir esta tarde, durante una entrevista con Notimex a fin de publicitar su libro, que los seres humanos que se clasifican como personas que hacen mal sistemáticamente, nada tienen qué ver con las prostitutas. Eso en términos generales, aunque puede haberlos cuya progenitora, efectivamente, se dedique a ese oficio.

El título para esas personas, dijo luego el autor, existe en prácticamente todo el mundo, aunque con sus variantes de idioma, usos y costumbres, y modismos, puntualizó el entrevistado en la comodidad de su hogar en esta ciudad.

Explicó que ellos han causado, a lo largo de los siglos, más daños y desdichas que cualquier enfermedad, epidemia, terremoto, guerra o líder político. “Son una fuente de desgracia que no se compara con nada, ni con el cáncer ni con la lepra, ni con el SIDA ni con la influenza HINI, ni con otra cosa”.

Para dar forma a este libro (que nació en su mente luego de ver unas páginas del periódico y enterarse de un fraude, de un asesinato, de una violación, de un robo, de un asalto a mano armada, de una explosión provocada…), el autor echó mano de sus conocimientos en temas de fisiología, genética, historia, letras y filosofía.

Tras sus investigaciones y observaciones reflexivas y tras hacerse la pregunta si este tipo de personas ¿nacen o se hacen?, el bonaerense Cereijido llegó a la conclusión de que pueden nacer o hacerse en el transcurso de su vida. “Las circunstancias lo puede detonar; un soldado asesino de hoy pudo ser un pacífico carpintero ayer”.

Sin embargo, desentrañó que esas personas, existentes en todas las edades y de cualquier sexo, condición social, económica o política, ocupación, color, raza y credo, a través de la corrupción y malos manejos de los bienes propios y ajenos; lo peor es que en el mundo hay cada vez muchos más.

Lo cierto, aseguró, es que se trata de un asunto biológico (como lo es el sueño: La gente duerme en México, China y Francia) y no de un tema que encaje en lo social (Los mexicanos hablan español, los chinos, chino y los franceses, francés) por lo que estas personas pueden estar en cualquier rincón del planeta.

Según su análisis, el afán por causar daño al próximo, desde siempre, es mucho más que un comportamiento cultural o psicológico. “Responde a pautas-patrones que permiten un estudio de la maldad desde el punto de vista biológico, visto en este libro a través de la perspectiva genética y la fisiología celular y molecular”.

Fuente.






La ciencia debería investigar la “hijoputez”, al igual que el cáncer o la lepra, asegura Marcelino Cereijido, Premio Nacional de Ciencias

¿Por qué el caso del Casino Royale? ¿Por qué el de la guardería ABC? ¿Por qué existió un padre Maciel?; ¿Por qué la sevicia de un Vlad Tepes, Drácula?; ¿Por qué el 11-S? ¿Por qué tantas guerras? ¿Por qué el machismo? ¿Por qué tanta hijoputez en el mundo y en la historia de la humanidad?

“Hijos de puta” existen en todas las culturas y sociedades, no hay excepciones; en algunos lugares del planeta se recrudece más conforme sus tiempos; pero igual ocurre en México con una “narcofosa” del crimen organizado que en Noruega con un atentado multihomicida perpetrado por un joven de la extrema derecha.

Ahora bien, tanta hijoputez, en lo individual y en lo colectivo, ha causado más muertes que cualquier enfermedad en la historia, entonces por qué no se ha estudiado lo suficiente para entenderla entonces.

Marcelino Cereijido, investigador emérito del Cinvestav y Premio Nacional de Ciencias, analiza esta pregunta y sus derivaciones en su último libro, e insiste que la hijoputez ha causado mucho más mal al hombre que el cáncer, la lepra o el Alzheimer, y comparadas “son un juego de niños”.

Para el reconocido fisiólogo, el tema no es un disparate ni algo trivial, sino un lastre que ha acompañado a la humanidad; para muestra de su permanecía global, dice, sólo basta abrir el periódico cualquier día y recordar que no ha ido a ningún lugar. Es así como, afirma, la ciencia debería de poner el mismo ahínco para entenderla e investigarla al igual que estas enfermedades; tal vez más.

Hacia una teoría general sobre los hijos de puta (Tusquets) es un ensayo que busca los orígenes de esa maldad referida como hijoputez desde perspectivas culturales y biológicas, con información sobre investigaciones científicas realizadas en todo el mundo y ejemplos paradigmáticos de cómo ocurre este fenómeno en la naturaleza del hombre.

Cuando un fenómeno conductual o cultura como la hijoputez es algo universal, puntualiza el científico en entrevista, se debe pensar que tiene bases biológicas: no hay pueblo que no haya tenido uno, por lo que propiciarlos debe ser algo muy fácil.

¿Actualmente la humanidad enfrenta un incremento de la hijoputez que en otros momentos de la historia?

No es que haya más, sino que va cambiando la forma de serlo: en la antigüedad no tenían bombas atómicas y los egipcios no utilizaban macanas eléctricas para interrogar a sus prisioneros.

Hoy en día sabemos que con dos dólares al día una persona puede comer y vivir sana, de acuerdo con la UNESCO, por lo que alguien como Slim podría mantener a mucha gente. Las finanzas son otra forma de hijoputez, no por ser financistas, sino porque ganan esas cantidades estratosféricas cuando hay personas que no pueden subsistir con el mínimo.

Pero la hijoputez también está latente cuando los dueños de una guardería propician la muerte de bebés con un incendio, o cuando sabemos que gobiernan personas como el “góber precioso” o nos encontramos con las narcofosas,

Siempre ha habido hijos de puta, pero hay distintas formas de serlo. Drácula en el siglo XV empalaba de manera terrible a sus enemigos, pero no se trata de comparar la hijoputez.

¿Pero la hijoputez no es la misma en México que en Noruega?

Por ejemplo, hay enfermedades tropicales que no vas a encontrar allá, y viceversa, pero existen una gran variedad de circunstancias que podrían propiciarlas. Así, cualquier persona se puede volver un recontrahijodeputa por las circunstancias, por eso lo importante es estudiarlas.

Por otra parte, añade, en la antigüedad los romanos conocían que podrían enfermar por diversos factores, no sabían que sus infecciones eran provocadas por microorganismos, que se descubrieron hasta el siglo XIX. Así, en la actualidad todavía no podemos hacer una taxonomía de las hijoputeces que existen, “pero si se estudia más, tarde o temprano se sistematizarían las cosas y encontraremos también una gran variedad”.

Para el también autor de La madre de todos los desastres, La muerte y sus ventajas, La ciencia como calamidad, entre otros, el hombre dio origen a la hijoputez que se encargaría de complejizar hasta nuestros días. Un momento en la historia que él llama La gran pauta.

“Es una deducción que he realizado y que se originó con la Revolución agraria; hasta antes de esto el hombre vivía de manera comunal, cuando no había riquezas qué cuidar. Porque en la naturaleza no hay ricos ni pobres, como tampoco en la edad de piedra, sino hasta que se comienzan a generar excedentes en este momento de la historia”.

Si es una tendencia de la condición humana, ¿hacia dónde nos dirigimos?

Una de las tremendas hijoputeces que se han cometido por milenios es el machismo. Ahí están algunas prácticas islámicas muy crueles, existen quienes dicen: “bueno es que usted no entiende nuestra cultura”, pero qué me podrían explicar que tenga de bueno cortarle el clítoris a las jovencitas para que no gocen ni pequen. Aquí, hasta hace 20 o 30 años, el marido le daba una paliza a su esposa y si ésta se quejaba con la policía, la devolvían violada y de regreso el mismo hombre la volvía a apalear.

Hoy en día hay defensoría de derechos, leyes y asociaciones que protegen mejor a las mujeres, pero el machismo sigue ocurriendo de muchas formas más: Elena Poniatowska narra su experiencia en un pueblo aislado donde la comunidad sufría hambre; una asociación apoyó a las mujeres enseñándoles diversos oficios para su subsistencia. Los hombres del pueblo al enterarse tiraron toda la maquinaria al barranco, alegando que ellos eran quienes llevaban el dinero a casa; es terrible.

El progreso de la mujer va a cambiar mucho la situación actual, en el último capítulo y epílogo hablo de eso, aunque no lo podría asegurar.

La mujer es una fuente de esperanza en muchas cosas: natalidad, población, educación…

Es terrible que la mitad del género humano haya hecho sufrir y torturado al otro. En EU hay una asociación que le restaura el rostro a mujeres que han sido quemadas por su marido, lo cual se permite en el Islam. Es un ejemplo de lo que el hombre puede hacerles, así como orillarlas a la prostitución. El machismo produce hijoputez en gran escala.

Esta violencia ha aparecido en todas las culturas, unas más, otras menos, pero ha fabricado una cultura de hijoputez, y sólo en la medida en que la mujeres tengan más derechos y oportunidades eso irá disminuyendo.

¿Se podría pensar que hay más hijos de puta que hijas de puta?

No sé si hay más hijas de puta, ahí hay casos como la Mataviejitas. Pero el sufrir no te vacuna contra la hijoputez, las mujeres que están en las redes de trata de personas son tan perversas como los hombres. Por otra parte, lo cierto es que las mujeres tienen otra predisposición hacia el ser humano, porque quisieron que vivas.

Y los dogmatismos religiosos no ayudan.

Es imposible decir que el mérito de una mujer es porque sea virgen, por lo que entonces insulta a todas las mujeres, pero si permitimos que se siga educando así a la gente, no podremos salir de ese oscurantismo en el que está atrapado México.

La gente confunde la religión con la jerarquía religiosa, el cristianismo y con la Iglesia católica. La Iglesia es para la religión lo que la prostitución al sexo: Te pueden preguntar si te gusta la sexualidad. De ser así, no significaría que se debe justificar la prostitución. Este control dogmático es terrible y está tan metido en la cultura mexicana que la gente no lo ve.

Para el investigador esto se refiere a la incapacidad de un sector predominante de la población para percibir su realidad, producto del control dogmático y de un “analfabetismo científico” del que Cereijido se ha encargado de explicar en numerosas ocasiones. Convincente o no en su percepción de las cosas, el científico está seguro de que el mundo tiene que cambiar y para ello se necesita de esa instrucción mediante la ciencia para interpretar esa realidad, sin necesidad de ser científico o dedicarse a ésta.

“En Hacia una teoría… me esforcé en contar las cosas de manera llana y de forma breve para que la gente pueda pensar por ella misma. Espero que el lector analice el tema y lo invite a pensar y lo haga propio, así se dará cuenta que esto no es una chifladura de Cereijido”.

Fuente.

"La información ya no se transforma en experiencia" - Rüdiger Safranski




Safranski: "La información ya no se transforma en experiencia"

El filósofo alemán llenó el CCCB con su conferencia 'Sobre el tiempo' en la que denuncia la aceleración a la que estamos sometidos

Albert Lladó
Barcelona Redactor


¿Puede aún un filósofo llenar un auditorio para hablar Sobre el tiempo? El pensador alemán Rüdiger Safranski, autor de prestigiosas biografías de Nietzsche y Schopenhauer (ambas editadas por Tusquets), sí, y lo demostró este jueves cuando, en una de las aulas del Centre de Cultura Contemporànea de Barcelona (CCCB), intentó responder durante prácticamente dos horas a las complejas preguntas: ¿Cuánta aceleración puede soportar el ser humano? ¿Cómo puede lograrse una relación más razonable con el tiempo?

Safranski, que acaba de presentar su nuevo libro Goethe y Schiller. Historia de una amistad (Tusquets, 2011), comenzó haciendo un repaso histórico a la cuestión del tiempo, una "categoría filosófica" recurrente en la religión, la literatura y el pensamiento. Así, San Agustín decía saber qué era "pero no explicarlo si me lo preguntan".

El autor fue presentado por la ensayista y traductora Rosa Sala Rose que, además de elogiar la capacidad del pensador alemán para enfrentarse a los campos más complejos, destacó uno de los muchísimos premios que ha recibido a lo largo de su trayectoria: el de un prestigioso club de fumadores de pipa. Más allá de la divertida anécdota, nos dice Sala, ese galardón sirve de metáfora de lo que quería decir Safranski. No en vano, el fumador de pipa es un fumador diferente a los demás, que vive el tiempo desde otra perspectiva. Así pues, ¿qué es el tiempo y cómo repensarlo desde nuestra cosmovisión?

Para Safranski, "el tiempo sólo tiene una dirección, no es como el espacio". Se trata de un flujo irreversible. Sin embargo, nosotros vivimos la dicotomía entre el tiempo presente ("siempre hay un ahora") y el tiempo imaginado (por el que viajamos al pasado o al futuro). Nos desplazamos, pero desde nuestra creatividad.

De este modo, el filósofo explica que se suele entender el tiempo como "aquello que miden los relojes", pero en realidad eso no es más que una convención. "Se confunde el tiempo con sus instrumentos para medirlo", asegura. Y es que, según sus palabras, "el tiempo no avanza, sino que fluye", y sólo se puede hablar de tiempo si pasa alguna cosa, si podemos reconocer ciertos hechos o acontecimientos ocurridos entre un espacio temporal y otro.

Después de esta breve introducción en la idea ontológica del tiempo, Rüdiger Safranski quiso dedicar la conferencia a lo que denomina "socialibilización del tiempo", que viene con la industrialización de la sociedad moderna, cuando se normalizan los grandes relojes en iglesias y fábricas... Hay una "mecanización" que, a partir de ese momento, dirige nuestro comportamiento. Somos proveedores de tiempo.

En nuestros días, el aumento de la "presión temporal" es brutal, y se habla de la "escasez del tiempo". Para el autor alemán no se puede utilizar este término, ya que algo sólo puede ser "escaso" en relación a otra cosa, y no es una característica intrínseca del concepto. Siempre nos quejamos de que "tenemos poco tiempo", que tenemos que "ganar tiempo", porque lo vemos ya como un producto por el que pagamos o cobramos en plazos bien delimitados (sueldos, cuotas, préstamos, etcétera). La relación entre tiempo y economía es, en este sentido, fundamental. Mientras el que está dentro de la rueda laboral no tiene tiempo para nada, el que está fuera, el que la sociedad ha excluido, no sabe qué hacer con él.

Con la "aceleración" de nuestros días, en gran parte provocada por los nuevos sistemas de información, lo que se busca es, prioritariamente, el consumo. Así, nos dice Safranski, "los créditos no son creación de valor, sino que se compra el futuro, hipotecándonos". Para el pensador, la especulación es eso, "basura que aún no hemos consumido" y, por ello, el problema fundamental radica en una falta de sincronización entre el tiempo financiero y el tiempo vital. Son dos trenes incompatibles, nos explica, que quieren convivir siendo uno de Alta Velocidad y otro de Cercanías.

Se cree que la aceleración – hacer cosas constantemente - ayuda a no pensar en la muerte. El filósofo no puede estar más en desacuerdo, ya que lo que se consigue es que, viviendo de esta forma, "la experiencia vital ya no tiene valor". Vivimos en una "patología del tiempo" que nos lleva, irremediablemente, al horror vacui. ¿Por qué, después de mirar durante horas la televisión, al poco rato ya no recordamos nada de lo que hemos visto?

Rüdiger Safranski defiende que hoy "la información no se transforma en experiencia" y el exceso de estímulos provoca "un ataque del presente al resto del tiempo". Si sólo estamos pendientes de lo inmediato, si no hay espacio para "lo mediado", el conocimiento no es posible. "Necesitamos una revolución del tiempo social", asegura.

¿Por dónde comenzamos? El pensador, que está trabajando en un nuevo libro sobre el tema, parece tenerlo claro: "La filosofía es un primer paso hacia la desaceleración".

Fuente.

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